A Gabriela Bejerman
Julio 2024
La poesía de Temperley se nos cuela en los músculos, no solo en los ojos1, como si el nadador fuera un místico que hace “rodar las palabras por la sangre” (Koira, 2010, p.440). El poeta logra entrar a las lectoras con el uso de la sinestesia y parece que nos estuviera nadando: nos convierte en agua. Koira señala que la experiencia y propuesta estética de Temperley es la de “-ser cuerpo- y no solo vehículo referencial” (p.440). Queremos tomar este gesto de experimentación para bracear por su obra a través de un recorrido del éxtasis e intentaremos trasladar esa experiencia mística-corpórea a un acto de lectura cómplice del mismo fulgor, en un in crescendo de tensión y comunión casi sexual presente entre cuerpo-mundo / cuerpo-dios. Una divina encarnación a través de acciones presentes en los poemas (dispuestos cronológicamente): absorber, beber, galopar, besar, tocar.
En 1953, Temperley da cuenta de su deber de comunión entre cuerpo y cielo, como si no hubiera diferencia entre absorber agua o tierra. En “El polvorín” escribe: “Debe saltar mi cuerpo hacia los cielos / y estallar hasta ser, multiplicado (…) / mi piel por todo el cielo y todo el campo.” (2013, p.37). Saltar, estallar, absorber, aspirar, unirse son los verbos que recorren el poema mientras los sustantivos son piel, cuerpo, cielos, gota, hoja, arena, aire, tierra, pecho, cintura, mar, niño, agua. Ya se propone una unión mística entre el cuerpo y los elementos del mundo, pero no solo eso, sino que el cuerpo pareciera pertenecer a otro orden: no absorbe solo aire y la piel no solo está en la tierra.
En un segundo movimiento, siguen reverberando la comunión y el absorber, pero corridos: la comunión es entre animales, mundo y Dios; y el absorber ya es beber, ya está la boca, y está lo erótico. En “Elegía argentina” de 1955, el yo nada en el río con los caballos y bebe “las crines y las colas de los caballos” 2(p.47). Los animales son agua, pero también son Dios: “galopo a Dios / y mis ojos se hunden / profundizados en su pecho” (p.49). No galopa -a caballo-, sino que galopa -a Dios-. El éxtasis es el de galopar esos elementos mimetizados, la fiesta es del cuerpo. También, el éxtasis es el de beber, el de la boca, y en este sentido puede entramarse con Fijman que del mismo modo usa la boca en “Cópula”: “El corazón del mundo en nuestra boca”. En Fijman hay danza, música y unión: “Nos unió la mañana con sus risas” (1983, p.5). Y también hay sinestesia: “El olor de la luz era sagrado”. En Temperley los caballos son agua, en Fijman, el yo, el cuerpo, también es el cuerpo del agua: “Todas las aguas del silencio /rompimos en danza!”, el uso de la primera persona del plural recorre todo el poema, y no solo se une al agua, sino al sol o al cielo: “nuestros cuerpos: auroras y ponientes”.
En 1967, en “Unas macetas de amarillo”, la idea de comunión es ahora con el tiempo, como si hubiera una ruptura con la temporalidad terrenal. Acá el cuerpo ya conoce hacia lo que va: “Voy entrando, de a poco, en lo que es mío, en lo que ya lo fue, en lo que me nombra” (p.87). Esta idea de ruptura del tiempo hace eco en “Me aburro como un león” de 1969 “pasé del África a este zoológico policial de la vida” (p.91). Traspasa tiempo y espacio como si el cuerpo no fuera a morir o como si no hubiera muerto, el mismo poema lo dice: “no me puedo morir porque ya tengo la muerte atrás” (p.87). También podría este poema conversar con el de Fijman en la imagen de las naranjas. En Temperley “comienzan las naranjas a nadar por el aire” (p. 87) y en Fijman hay “canciones de naranjas” (Fijman, 2018, p.22). Las dos pertenecen al aire. Además, el cuerpo “rojo y bronce” en Fijman, recuerda a una naranja y al arrebol. Tal vez el olor sagrado es el de las naranjas. Aunque debemos advertir que, en Molino Rojo, hay presencia del cuerpo, pero por lo general hay una imagen que se repite en el poemario y es la de “los pies del viento”: en “Tarde violeta”, “El viento tiene los pies desnudos”, en “Despertar”, “los pies del viento danzan en el mundo”, en “Antigüedad” menciona “los pies ligeros de tus dichas”. Como si el cuerpo estuviese más allá del cuerpo y tomara importancia la dimensión del viento. Sin embargo, también advertimos la celebración de lo erótico o su llamada en “Cópula” y en “Antigüedad”: “apaga tus fríos y enciende tus arenas”. En “Cópula” la comunión es evidente, como ya vimos, con el plural: “nos unió”, “nuestros cuerpos” “rompimos en danza”, “nuestros pechos”, “nuestros cuerpos”, “nuestra boca”: la boca es una sola, pero es compartida, es un beso.
Llegadas al beso, en Humanae vitae mia de 1969, percibimos un leve guiño desobediente. Temperley intenta una y otra vez decirnos que él llega por sus propios medios a lo sagrado y no por las formas convencionales cristianas occidentales. El poeta siente el golpe de Dios, pero no adentro de la iglesia, sino en una plaza (Koira, p. 439). En “Vi una pelota”, nuestro nadador ya advierte “si te sigo, muero” (p.98) y en el siguiente poema directamente se hunden los diez mandamientos “en lo más hondo” (p.99). Quizá Temperley nos está entrenando para lo que nos revela en las próximas páginas: “me ofreció el mundo, / me ofreció volar, / me ofreció tirarme / desde lo alto del templo. / Yo le puse límites / y un pañuelo en la boca. / Yo quisiera darle un beso.” (p.109). Si pensamos en Dios, que se lo ofrece todo, Temperley nombra el poder de limitar eso que se le ofrece. Limita a Dios con el cuerpo y vuelve siempre a lo erótico, a la experiencia, a la sensación y a la celebración: al beso. Dios le ofrece todo, Temperley lo calla con un pañuelo en la boca y le ofrece un beso. Siguiendo la línea del éxtasis, veamos finalmente el poema “Cataratas”, de 1971. Para nuestro nadador3 la madera es luz. Cristo “está crucificado en luz” y lo compara con estar volando, después se saca las espuelas, la camisa y declara: “tenemos que luchar con nuestro ángel / para que él nos venza” (p.189) y luego acerca su pubis “hacia las cataratas”. En este poema el movimiento de que lo místico es el cuerpo, se puede ver sin duda: piensa en Cristo, vuelve a su cuerpo y se desnuda; piensa en los ángeles, vuelve a su cuerpo y acerca su pubis a las cataratas, al agua. Y hacia el final del poema directamente hay un movimiento que sugiere homoerotismo: “Arqueo suavemente el pubis / hacia las cataratas / o mucho más arriba / hacia el Dios Creador, el nuevo Hijo / que desprende una mano de la cruz / Y la apoya en mi sexo, azul mañana.” (p.190).
1 “Temperley nos da la idea de no usar solo los ojos: “no tengo para ver solo los ojos” (2013, p. 87).
2 Más adelante, en 1967, también sigue insistiendo con los caballos y el agua “sentarse en el río es como detener un caballo” (p.79), por lo que propone un lazo del cuerpo y el caballo.
3 Temperley con total humildad casi al final de su vida y con el cerebro trepanado escribe: “voy hacia lo que menos conocí en mi vida: voy hacia mi cuerpo” (p.374). Parece un movimiento inverso a la idea que ya vimos de que el cuerpo ya lo conoce todo de ante mano. Va hacia su cuerpo siempre, pero incluso después de haber recorrido toda su obra y su vida, pareciera que es lo que menos conoció en su vida, como si el viaje continuara incluso en un hospital
Fijman, Jacobo, Obra poética y relatos, 2018. Disponible en: https://archive.org/details/fijman-obra-poetica/page/n21/mode/2up
Koira, Estrella “Con el alma desenvainada” : apuntes para una caracterización mística de la poesía de Héctor Viel Temperley”, Jornadas Diálogos : Literatura, Estética y Teología. Miradas desde el bicentenario : Imaginarios, figuras y poéticas (4ª : 2010 : Buenos Aires). Citado en: https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/3676
Viel Temperley, Héctor. “Obra completa”, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2013.
Es editora en Lluvia Dorada. Co-fundó Editorial Mutanta. Publicó los poemarios: Llamada perdida (Ausencia ed. 2017); Talismán (2015); Apetito Voraz (antología, Profundo ed.,2016). Co-dirigió Violencia Love (2020), actúo en Sad3, Corsario (Perrone), y co-guionó junto a Perrone «Solo qu3r3mos un poco de amor» (2024).
Su ensayo «Lo poético como arma contra las narrativas del mundo» se publicó en Áspera revista (2024) y el poema «Chau, mundo» fue seleccionado para la convocatoria «Trampa» en «Revista Besada» (2025)