1. Soñar / Amar / Lengua

Dios hecho hombre es inmanencia de la carne…

y toda piel –ingénito rojáceo–

está bajo sudor; el alma herida consonante. ¿Qué es la carne? Pregunta el ángel,

¿empeñar su hijo al tiempo?

¿Es Él una posibilidad de accidente?

Veraz desafeite perentoria

carne diurna; línea no, palaría

arriada, continua ausencia

danzar solitario dúo acallada

de roca bajísimo antuvio

un desatavio palma de higo rivorozo. Lontananza fijada

en tu frente un haz nubiloso,

miradado

que al día extiende número;

bosteza eternal instancia sostenida en TIEMPO:

consecuencia del ojo.

Flor clausurada.

De que su azar sea ingratitud…

*

* *

Iba María a garras del cielo.

¡Que el Hijo vio su culpa volteada

y de rabia gritó su enhielo atado!

* *

*

Rencor primerizo desvela ocultar

tomarle al día su ánimo, amputar querellas girar sin centro en la torre vanidosa humedecida palpitar

aquella, la del goce tirante;

piandante, eso que hunde tú, lengua

–un cuerpo es la idea suspirando–:

el Tiempo contrayéndose

es toda nada, nada y nada… la nada:

diafanía ignífuga. ¬ Piedra: diatriba de forma.

Y Dios hecho hombre es inmanencia de la carne.

2. CASTILLO (prosaquismo arreal)

Háyase un rey hoy sin su gloria

cuyo altar, como circular de círculos;

su país de viento amarillo en impares rótulos, esferas de régimen en historia

rompen desta trompa alada en alta vanagloria; !y cabálguense soles augurales!

por los velos maternales.

dar al reino sangres viales.

Hacer del nombre un pedido:

heráldica del ego trascendido

Encastillado, amancebado turnio;

acoronado y ennoblecido, perspicaz

de intemperie ajena, a un capricho; entretechado, trae lacerado turbio…

Puede un oficiante afirmar alianza

cuando, de Dios, eterno ya ausente

de una parodia sustente

della inmaterialidad no parece jactanza

de la que nos hace tal sin moranza

satirizando sus respuestas a guturales

–del viejo arte y nuevo uso de parrales– zarandeaba ingratitud memoria

de arcos caídos al cielo: victoria…

¡camino argento de sal éstos puños murales!

3. Áureo

Noveno era el mes en su luz;

tendido relucir

–amarillos los paños, medialuna los labios– oro y figura daba al sonoro signo

Paladino canto de cobre piel,

vocal-partícula como gesto.

Amapolados los párpados

Sin confundir lo encarecido

por vanidante espejo esa, la entronizada vida. Lucero ébano abraza su voz

manos como alas a tierra

instantáneo el presente astro.

Cegadora primavera marca espacio

no es distancia el número del rayo.

Y esta luz –aserción de la carne; fuego

que danza ritmo de su pecho grita melodía–

es cuerpo como sombra al ojo del dorado.

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