Adrián Chaurán nació en Lechería (Venezuela, 1999). Es autor de «Ala dulce y Homicida«. Recibió una Mención Honorifica en el III Concurso Internacional de Poesía J. Bernavil 2022; es ganador del IV Concurso Internacional de Poesía J. Bernavil 2023 y obtuvo la máxima distinción del Primer Concurso del Grupo Editorial Encontrarte. Hoy publica dos de sus poemas.

Visión de diciembre. 

La soledad/ donde el alba reconoce

una serranía hecha de espuma/ y de adiós.

La soledad/ rencor humano sin marea

que descienda sin azul por la piel;

oh, inmensa noche sin infinitos labios,

llovizna en diciembre/ desamparo donde el cuerpo/

cede sin años/ sin deseos de llorar/

sin la voz de Calíope, a las aguas saladas de Cumaná;

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soledad, eres saeta sin otra boca como desgarradura en mi piel

donde descansan aves de ausencia y de elegías: 

porque la soledad late a través del pecho

hecha aún de agonía, hecha de pupilas y de calles,

así muere un ala en los ojos

y reposa de muerte desde los cantos de Orfeo

hasta la comisura de los labios:

…………………………………………………………..

se dibujan esquinas, novecientas lunas y una herida

sin el blancor de la mirada, otra vez,

porque soy y vivo, y sé que muero, muero de soles y de ser;

porque en la sangre se rehacen las lanzas de Las Queseras del Medio,

porque el ayer de tantos me pertenece

como una vena de claustro y de memoria, oh:

porque en el ansía recaerá la soledad y las breves olas.


Poética.

Es la poesía

una noche sin cuerpo que reclama noche,

son los labios de mujer en mi habitación despoblada:

                          de imágenes, de ritos, de un pecado sin fecha;

                          es una página donde yacen mis huellas clavadas

                          de las sombras eternas que jamás pronuncian la luz.

Quizás en ti mis manos son sacrificadas,

en sangre y carbón, pero renace el silencio

como olivares lejanos a mí y a los cielos deshechos

en ángulos, en soles, en la espuma luminosa de Puerto La Cruz, donde crecí;

y tus ojos se cierran en mis límites

o donde la vida es tan sólo sueño de vida;

materialidad irreal de espejos vacíos

en el bosque hecho de eterna máscara:

y así tres heridas descienden bajo mis párpados,

es fósforo, puñal, ausencia en las lágrimas y agonía,

oh, agonía, has sido vida o dios vulnerable al ser;

palabra tácita de querubín sin vetas o coronas,

es un siglo a consumirse en el alma,

es la soledad de herrumbre y noche,

es nunca apresar en los ojos la epidermis de Baco

ni huir de mí hasta mi reflejo sin halito.

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