Dios te mira.

cómo si pudieras cerrar la boca, y armar un poema.

tenemos tan poco tiempo, frente a la vida, que olvidamos la necedad de ser la vida.

es un enfrentamiento atroz, una cadencia que se arma en varias partes, y olvidamos el ligamento directo que nos une.

al final, el juego continúa encima de la mesa, y armamos una partida, donde tristemente, nos toca ganar.

digo, tristeza, y todo cobra un sentido.

una forma peculiar de hablar sobre el tema, es saber qué no debes estar, que no debes ser.

ahí es donde, todos nos perdemos.

podría sonar la misma canción en la radio, y nadie entendería de que se trata, estamos perdidos en un círculo elíptico, formando una sana pelea con los sentidos.

si abrimos las manos, nuestros nudillos se entintan de un rose peculiar con la cara.

esa es la verdadera espalda del mundo, que nos rodea.

no seas cruel contigo, todos allá fueran entendieron que debían llorar por lo menos una vez.

pisa fuerte, abre la puerta, y siente que todo está en el lugar que debería estar.

no demostrando la verdadera era de lo posible.

eres lo poco que te han dejado ser, y lo único que no llegaste a ser por decisión propia.

aún en esta tarde, escribo con el resentimiento de una mala jugada, teniendo la consideración de una mala, de una mala pelea, de una desgraciada necesidad de arrimarme al mundo suspendido.

es cierto, nuestro suspenso, tiene piernas cortas.

pide a gritos, una oportunidad.

esta tarde, tengo una tristeza clavada en la carne, y se vuelve sangre, ardor, costra.

somos parte de un espejismo casi humano, la calle tiene tu nombre, y tú olvidas lo que en verdad importa

la poesía, fue hecha por los dioses, te necesitaba trabajando, loco y sin descanso.

ásperas las horas de una consciencia maldita, mal sana y atorrante, no tenemos tiempo para más nada que la lágrima que corre por la mejilla.

me has cortado en mil pedazos, y mi corazón se desangra por la duda de los abrazos, frenéticos de un lamento.

ten un poco de fe

sé qué es imposible.

pero, dios mira

dios está acá besando tus labios

cuando la última lágrima, caiga.

abra que decir adiós.




II

Pido a un dios postergado.

alguien sin capa, ni espada

solo un sueño que se percibe/ que se siente

que a veces es carne

que a veces llora

que a veces es olvidado.

pese al estigma diario, dios, al fin y al cabo.

tengo la tormenta más cercana a mi pecho, tengo que auscultarme el pecho, para encontrar una decisión

que afile el cuchillo

que destroce la carne, y «purifique» los huesos.

diría que es la fecha menos indicada, para renunciar, ni antes, ni ahora es un buen día.

esa derrota defiende un estado etareo, e incorrecto

no estábamos para juegos

y, aun así, nos debíamos una oportunidad en la cama.

pero, solo lágrimas y sangre

mezcladas en una paleta sucia y gris queda.

por qué si fuera poco, no teníamos la necesidad, ni la delicadeza, de limpiarnos el sexo antes de la copulación divina de dos centros invertidos.

no sé, como funcionará, pero si tengo un tiempo.

pido a dios, también por eso.

sin embargo, a veces

cuando en la habitación la noche me tiene agarrado de los testículos, recuerdo la mirada torpe de mi ausencia.

no quería pedir, subestime a las creencias populares, a fin de cuentas, me han hecho así.

y no digo de la vida, digo de dios.

sé que está ahí,

sé qué llora al verme caer,

al verme qué no tenía otra oportunidad

sé que me salvó de la vida ante la muerte

hasta para pedir, justifico el reino.

por qué, ese del que hablas, tu que me lees, no es el que predica esperanza.

exclama, pide

y orina sobre el dios muerto que procrea la política inhumana del mundo.

ahora sí

pido al dios que está acá,

mírame la cara,

no siempre tuve esa oportunidad.



50 cigarrillos.

La habitación, era oblicua

pertenecía a un estado de sumisión casi dialéctica,

lo que quedaba en las sobras de esa soledad fortuita, me encontraron en un poema.

miles de papeles desgranados por el piso,

escapando de aquellas paredes, se encontraban de golpe contra la puerta.

nadie quería escuchar esa retención de líquidos endocrinos en qué se había convertido el dolor.

había intentado domesticarse,

pero se rompía los dientes trabajando

en algo que llevaba clavado en la cabeza, como una bala.

Era una desgracia para todos,

aunque del intento, algunas veces, se deslizaba una mala jugada.

le habían quitado la ropa, la renta y las ganas de vivir,

pero el fuego seguía ardiendo,

consumiéndose en el espejo de sus cuatro dientes buenos.

así que, por alguna extraña razón

no se contenía al hablar.

Lo demás se convertía en el cansancio de un hambre postergada,

la dinámica de ambas neuronas rumia en su sexo placentero, y desquiciante.

Supongamos que es algo de repetir la forma,

escapando entre la rima,

pero encontrando la desgracia.

tampoco es que el dolor, de 50 colillas de cigarrillos, ubicadas en la mesita de noche

usadas para responder la duda atroz de,

una escena fortuita, no fuera lamentable.

sin embargo,

esto no era más que un síntoma de sueño, y de golpe que ataja la cabeza, desecha las vísceras, para reencontrar la dinámica de la segunda media botada debajo de la cama.

Es dominio de la escena,

era dos tragos mal enjuagados en el estómago

deslizándose de la boca al estómago,

en ese mismo orden.

Se baña con credulidad antes de ser pensionado del trabajo, e indigente de la sociedad del desapego,

en ambos casos, un ser innecesario

para la vida,

para las cosas.

La situación era terrible,

el colocarse corbata y dar clases frente al aire acondicionado,

se convertía en una secuencia, que estaba totalmente fuera de discusión

aún,

si la habitación estaba en todas partes.

él no era necesario

y por supuesto, la puerta también.


Espera

Encendí el cigarrillo,

las palabras comenzaron a circular por mi cabeza,

era una especie de grado gravitatorio,

donde puedo permanecer

hasta que todo estalla en círculos

es posible qué la cabeza, ya no le esté haciendo caso al cuerpo

años qué cortan, rasgan, duelen

No es la temeridad por la edad

es el compromiso de no ser nada,

aún persigo la cinta roja que me separa de la caída

ya son los 35 pegados a la cara, a los huesos

y si buscas en el corazón, algo no está bien, o nunca lo estuvo

tormenta de la cabeza

a la que rezó descalzo a un dios que me dice esperanza

digo dos padres nuestros, dos aves marías

hago las cosas bien, por consciencia propia

nado de vez en cuando en una rutina cerebral

de hacer las cosas,

las hago/por qué no soporto la infantilidad de la torpeza cotidiana

ya camino en un credo de huida,

piedad es una palabra, libro es una mecánica de palabras, sin la construcción – vida

suicido,

peso de la palabra que no espera,

que no tiene necesidad de autoestima

largas las benditas horas,

asfixia de una tarde en dos cuatro piernas

para sexo de sangre

para sexo de dos rimas y una desgracia

escribo mucho la palabra desgracia,

humedezco mis labios, por qué quiero ser

el que no está demostrándote ser algo

solo soy frente a la puerta, el que no tiene tiempo para esperar

cada poro de esta piel,

ubica una sólida conjunción, para que los años sigan haciendo estragos

no es el temor a la muerte

es el temor a seguir persiguiendo la línea divisoria de una torpe molestia individual

puedo seguir,

pero la cabeza está cansada

y el cuerpo juega a llevar la contraria

me gusta pensar que algún día,

le pateare el culo por la vieja anarquía del desespero,

política/ religión/ acción – no acción

así vivo

el cigarrillo está quemándose solo

y la cabeza decidió marearse,

el cuerpo está molesto

ambos están de acuerdo

que lo único real

se mueve en vertical.


Anorexia

desliza

todo lo que tienes ante tí, alguna vez fue de otro

nada le pertenece al mundo

postergadas son las horas en donde respiras

en donde eres

en donde por cualidad única vives,

no es nada el mundo que golpea

esa es la cruda rutina de oficina

las visitas se hacen más largas,

las conversaciones son más tediosas

estás en un nivel de anarquía/ misantropía

estás en el límite de la verdad/ mentira

aún si las piernas te dan para algo más que seguir de largo,

abraza la razón que te mantiene al piso,

al párpado que se mueve lentamente hacia abajo,

no te preocupes por las cosas que no tienen sentido,

hubo veces en que no tenías comida

hubo veces en que la cabeza era lo único que soportaba la vida

era la anorexia del nervio cáustico sentado en la mesa para el vómito inconcluso con el que rezas a dios

pero,

dios conoce el juego

sabe la estrategia

por qué allá donde todo tiene que ver con la sangre y el juicio

la vida se convierte/ en simulación/ en error

por qué el tiempo pendiente

está en el otro lado

está en el otro ring

sigue pensando que todo, está donde debe estar

y el mundo será pequeño

será el mundo de los pies fríos

separa las dos partes un cerebro

calcinado por el smog de cigarrillos magullados en un cenicero repleto de esperar

déjales que hagan su maestría

su doctorado

su PhD

cuando los pies sigan una ruta nocturna hacia al frente, serán para avivar el fuego, ante la canción de Lira

está será por última vez

la suerte de un perdedor

que se ajustará a la fórmula de la tormenta

estarás en alguna parte deseando un golpe bien ajustado en el sitio que más duele,

en la consciencia de un pensamiento que se corta como un cuchillo

has de ser la bala en el baile de balas

que significa creerte la última cosa importante en el mundo

todo terminará señores

todo terminará

así que desliza

la piedad está en el otro

no comienza por ti.

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